Como hemos dicho anteriormente uno de nuestros deberes como educadoras es informar de los peligros que conlleva el mal uso de Internet en los menores. Cada vez los riesgos de la web se aproximan más a los peligros que conlleva la televisión ya que desde Internet se puede acceder prácticamente a los mismos contenidos e imágenes, debido tanto al conocido “Youtube” como a las páginas web que hoy en día tienen casi todos los programas o series.
Existen tres tipos de riesgos: en relación al contenido, al contacto y a la conducta.
- Al contenido: en Internet nuestros hijos tienen acceso a contenidos inapropiados para su edad, además son de fácil alcance ya que se pueden encontrar miles de entradas, y como espacio libre que es Internet no tiene ningún tipo de filtro a la hora de que cualquier persona pueda dejar en la red materiales o información dañina y que pueda ser vista por los menores.
Es muy importante tener en cuenta que los menores reciben información en la mayoría de los casos de forma pasiva y todavía no tienen desarrollada la actitud crítica frente a diversos contenidos engañosos y perjudiciales, los cuales pueden influirles de manera negativa y que fomenten en ellos valores nocivos.
Los contenidos inadecuados para los menores son los pornográficos, pedófilos, xenófobos, los que inciten a la consumición de drogas, los violentos, los de juego de azar y apuestas, los que atraen hacia algún tipo de secta…
- Al contacto: navegar por la red también implica el riesgo de que el menor pueda ser contactado por alguna persona que tenga malas intenciones y pueda poner en peligro su integridad física o psicológica.
Además existe el peligro de que los menores faciliten información personal no autorizada previamente por sus padres. Esto entraña el riesgo de que reciban amenazas, chantajes o abusos, en muchas ocasiones por parte de personas de su entorno, que al tener información personal del menor, son amenazados con que van a difundir o publicar dicha información o incluso alguna imagen comprometedora del niño/a si no hacen lo que el chantajista les exige. Lo cual puede llegar a convertirse en un acoso.
- A la conducta: En esta ocasión, lo importante es la actitud que presenten los menores frente al uso de Internet.
Existen otros muchos factores (familia, escuela, grupo de iguales) que pueden influir en el comportamiento del menor, pero en este caso tenemos que incidir en el peligro del mal uso de Internet en relación a las influencias que puede tener en la conducta del menor. De esta forma al igual que éste puede verse acosado en la red también existe la posibilidad de que sea él o ella el acosador/a o chantajista.
Internet también puede crear adicción en nuestros hijos/as llegando a tener consecuencias como el fracaso escolar, la alteración del sueño, la ansiedad, la inseguridad en sí mismo/a, el aislamiento…
Como influencia muy destacable en el comportamiento es el influjo de violencia que se puede ver en internet y sobre todo en los videojuegos online para ordenador. Está claro que la agresividad de los niños/as no se puede atribuir sólo a estos factores, sino que como ya hemos dicho existen otros muchos agentes, como por ejemplo la televisión.
También hay que atender a la naturaleza del contenido violento, ya que no es lo mismo ser sólo espectador de un contenido violento que interactuar con ellos a través de los videojuegos.
Por otra parte, el contexto también influye en relación al grado en el que afecta al comportamiento del menor. No es lo mismo una violencia “gratuita” que una violencia que aquella que de alguna forma está justificada por el argumento del contenido.
A través de una serie de procedimientos la violencia va generando una conducta.Los efectos que generan la conducta son:
Ø Efecto agresor: ver violencia puede provocar que los menores la trasladen de la pantalla del ordenador a la vida real. Y que tomen esos videojuegos como modelo y conducta a seguir.
Ø Efecto víctima: la exposición a contenidos violentos puede crear una sensación de debilidad e indefensión. E incluso se puede magnificar la violencia y pensar que el mundo es más violento de lo que en verdad es.
Ø Efecto testigo: la sobreexposición a la violencia puede producir una insensibilización emocional ante la misma y es posible que se llegue incluso a ver como algo normal.
Ø Efecto apetito: consiste en que la visión o la interacción con la violencia a través de los videojuegos puede desembocar en ansias de más violencia.
Ø Justificación cognitiva de la violencia: se trata de justificar la violencia porque los demás actúan de la misma forma.
De todos estos efectos quizá lo que más nos debería preocupar como educadores/as o padres es que lleguen a ver las acciones violentas y brutales como algo normal.
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